Lascivia.


Provocame. Haceme que me incendie. Que me consuma por dentro sin siquiera llegar a rozarte. Disparame esos dardos precisos que liberan su veneno en mi torrente sanguíneo y me dejan a tiro de nockout.
Siempre supe que tu destreza era difícil de equiparar. Asumir el juego del vale todo me resulta imposible de rechazar. Sos mi más digna contendiente. Ahora las cosas comienzan a ser un poco más retorcidas de lo que lo han sido hasta ahora. Y me gusta. Porque me gustás, así de perversa y angelical. Así de simple, así de mortífera.

¿Supusiste que mi juego era distinto? No te creo. Siempre intuías hacia dónde se perfilaba mi lascivia. Hoy te dejo dos cuerpos de ventaja (de esos que se cruzan entre las piernas hasta acabar gimiendo). Ya me los voy a cobrar, a su debido tiempo.

Ahí estás. Justo leyendo estas líneas por tu dispositivo favorito. Y yo te pienso. Acerca de cómo voy a hacer para devolverte cada minúsculo poro que se eriza en mi piel cuando tus letales palabras se agolpan en mis oídos. Tomalo como una ofrenda, respiralos como vos bien sabés hacerlo.

 

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