Viaje.

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Llegaba sin desearla, la hora del adiós.
Una despedida odiada por cuanto nadie la pidió,
Un momento fatídico, en el que todo el cielo sucumbió
Al estremecimiento de tus llantos, cuando todo obscureció.

Un vacío insondable arreciaba las costas,
La marea, retraía en su fuerza, las olas brumosas.
La nave estaba lista para emprender el viaje.
No había armaduras más que el sublime coraje.

¡Por cuánto menos han agitado banderas blancas!
¡Por cuánto menos han abandonado sueños!
Nunca te des por vencida, aun vencida,
Decían mis ángeles y también mis demonios.

Ni el horizonte mostraba los peligros,
Ni la mente imaginaba tales desafíos,
Entre Escila y Caribdis, trascurriría,
Todo tu viaje, más toda tu vida.